Cuando llega el momento de graduarse del colegio o escuela, el adolescente tiene una vaga idea de lo que es capaz en realidad, aunque en forma inconsciente. Vaga, puesto que está confundido con los sueños de omnipotencia y los molestos sentimientos de subestimación. Pero, al igual que comienza a percibir con mayor certeza cuáles son sus verdaderas aspiraciones y capacidades, puede sentirse deprimido por no haber aprovechado el tiempo en el colegio.
Además, percibe con claridad sus impulsos destructivos y se da cuenta que son muy poderosos, ya que no están restringidos por sus padres como en la infancia. Es un momento difícil para ellos y aunque los padres piensen que son irresponsables, indiferentes o inconscientes, seguramente ellos internamente cargan con la disyuntiva de lo que "esperan ser" de ese momento en adelante, y empieza a rondarles en la cabeza la pregunta de ¿qué hacer?, ¿cuál carrera estudiar?, ¿será correcta la elección?, ¿deberá anteponer sus intereses a los de la familia?, ¿las inclinaciones y los intereses van de acuerdo con las aptitudes y habilidades?, y más.
Estas y otras dudas deben ser respondidas, en primera medida, sólo por ellos mismos, sin olvidar el papel preponderante del colegio o escuela y de los padres. Pero hay algo importante: esta intervención externa en la elección no debe ser influenciada por los gustos, preferencias y tendencias de los padres, ni de los profesores. Debe ser una elección libre, espontánea y tranquila, sin presiones de épocas, edades, ni gustos.
Algo que los padres y la institución educativa deben tener en cuenta es que la mejor ayuda que se le puede dar a los jóvenes en ese momento, es el acompañamiento y la indicación de los diferentes caminos que se pueden tomar, y sus consecuencias.
tomado de www.cosasdefamilia.com
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