la orientación vocacional un reto de las instituciones educativas.
Desorientación profesional
Autor: Álvaro Rodríguez Gama, Profesor Titular de Facultad de Medicina – U. Nacional*
Con más carreras profesionales que cualquier otro país en el mundo, Colombia se convierte en el ejemplo de proliferación más caótico de ofertas de pregrado, una situación que afecta por igual a estudiantes, a universidades, y a miles de familias que ven lesionados sus ingresos con los Constantes cambios de carrera por parte de sus hijos bachilleres.
El joven de 19 años decidió estudiar medicina porque vislumbraba cierta afinidad con la biología, la elección se convirtió en un reto, quería probar si era capaz, primero, de ser admitido a dicha carrera en la Universidad Nacional de Colombia, y segundo, de culminar satisfactoriamente sus estudios; nunca tuvo en cuenta su verdadera vocación. En quinto semestre, el estudiante se dio cuenta de su errada decisión y ahora quiere estudiar arquitectura o ingeniería civil.
"Él no tenía la disposición de servicio, ni la habilidad para interactuar con pacientes; en las pruebas psicológicas y de interés realizadas obtuvo un alto puntaje en áreas artísticas y de administración; el campo de las ciencias de la salud y el servicio social, se encuentra en su zona de rechazos; sin embargo, tiene un muy buen desempeño académico, su promedio es de 4. La razón por la cual él aún continúa en la carrera es la presión familiar". Así narró Angélica González, profesional del Servicio de Atención Sicológica de la Ciudad Universitaria, la prescripción de uno de los más de veinte casos tratados en el último trimestre en ese departamento.
Historias como la anterior saturan la realidad académica de los universitarios colombianos, que se basan en argumentos superfluos para la toma de una decisión trascendental como es su proyecto de vida.
El profesor Ricardo Pardo, Director Nacional de Admisiones, ha expresado su preocupación por el destino académico de los aspirantes que ingresan en calidad de estudiantes a la institución: "entre 100 mil que se presentan, solo son admitidos 9.500 por año, muchos de ellos no se encuentran a gusto con la carrera elegida, a pesar del gran significado que constituye el pertenecer a la primera Universidad del Estado" La orientación vocacional y profesional es un proceso concomitante a la vida educativa del joven bachiller próximo a graduarse y a elegir sus estudios superiores; el objetivo principal de dicha consejería es la toma de una determinación acertada y fundamentada en criterios ecuánimes, que muchas veces rivalizan con un imaginario ambiguo que impera en la estructura educativa del país: el de las carreras de mayor prestigio.
En Colombia, los antecedentes de la orientación profesional se remiten al año 1932, cuando Mercedes Rodríguez, profesora puertorriqueña, lideró el Instituto Psicotécnico y posteriormente colaboró en el Laboratorio de Psicología del alma máter. Sin embargo, es a partir de 1954 cuando el gobierno nacional, preocupado por el fracaso de numerosos estudiantes en la escogencia de sus carreras profesionales, expide el Decreto 3457 por el cual se crean seis institutos de estudios psicológicos y de orientación profesional. En la actualidad, los programas de orientación con resolución del Ministerio de Educación Nacional son abarcados por nueve instituciones con énfasis en las áreas sexual, familiar, desarrollo humano y educativo.
Julián Emigro Mosquera, profesor titular de la Universidad Pedagógica Nacional y especialista en Orientación y Consejería de la Universidad de Nuevo México, sobre el tema comentó: "En estudios realizados en décadas atrás, se encontraron estudiantes que cuando llegaron a la Pedagógica ya habían pasado por seis carreras más. En promedio un estudiante cambia dos y tres veces de carrera, y la mayoría de bachilleres, a la hora de salir del colegio, no saben qué estudiar; la principal razón es la falta de una efectiva orientación".El acierto en la escogencia de carrera se ve recompensado por una sensación de tranquilidad, realización personal, un ejercicio profesional satisfactorio y lleno de progresos.
Contrario a esto, una equivocación implica situaciones de desadaptación, depresión, negativismo, prolongación del tiempo en el programa académico, pérdida de materias, deserción escolar y cambio de estudios. Por otro lado, los bachilleres colombianos continúan centrando sus intereses profesionales en áreas como agronomía, ingenierías tradicionales, medicina, derecho, administración y economía. Mientras que estos campos preferenciales están saturados y en ellos los egresados con frecuencia se ven expuestos a situaciones de desempleo o subempleo, existen muchas otras carreras con un futuro promisorio que cuentan con suficientes cupos disponibles.
Cuando se estudia el porqué de las equivocaciones de los bachilleres, aparecen diversos factores: la orientación que brindan los colegios es escasa y en varios casos han habilitado a profesores de psicología, filosofía, matemáticas o educación física para que, sin mayor formación, trabajen en la compleja función de orientar a los bachilleres; menos del 3% de los colegios del país tiene verdaderos departamentos de orientación vocacional y profesional; los padres de familia, de muy buena fe, pero sin suficiente información y basándose en su experiencia personal, recomiendan o desaconsejan a sus hijos las carreras que deben cursar en sus estudios postsecundarios;
pero no siempre tienen un claro conocimiento de las capacidades individuales de los jóvenes. Paralelo a esto, la oferta educativa ha tomado un rumbo de proporciones exageradas en los últimos 10 años: en la actualidad hay alrededor de 1.650 carreras de pregrado entre técnicas, tecnológicas y profesionales, a las que puede ingresar un bachiller colombiano, muchas de ellas desconocidas para docentes, padres de familia y educandos.
Tampoco existe suficiente información sobre el campo laboral, y, finalmente, los jóvenes se encuentran en períodos de desarrollo psicológico, saturados de situaciones de rebeldía, narcisismo, cambios frecuentes de ideales y paradigmas, lo que dificulta una acertada elección profesional.El sistema de orientación debe, por lo menos, ubicar al bachiller en una o hasta dos de las nueve áreas básicas del conocimiento: agronomía, veterinaria y afines; bellas artes; ciencias de la educación; ciencias de la salud; ciencias sociales, derecho y ciencias políticas; economía, administración, contaduría y afines; humanidades y ciencias religiosas; ingenierías, arquitectura, urbanismo y afines; matemáticas y ciencias naturales.
La pirámide educativa colombiana nos muestra que un grupo muy selecto de estudiantes acceden a las universidades. De acuerdo con las estadísticas disponibles (que, dicho sea de paso, carecen de suficiente consolidación y precisión) existen 12.500 colegios aproximadamente, los cuales gradúan a unos 430 mil bachilleres cada año; de ellos, solamente ingresan unos 140 mil a las 326 instituciones de educación superior que existen en el país. De igual forma, hay 31.600 establecimientos de nivel preescolar y 57.000 de educación básica primaria; y en los más de 2.300 posgrados, incluidas maestrías, especializaciones y doctorados, están matriculados alrededor de 57.200 profesionales.
Lo anterior indica que los bachilleres que aspiran a formarse en una carrera constituyen un grupo muy selecto que no debería perder ningún tiempo en áreas que no son de su interés.Todas las instituciones formadoras de profesionales asumen diversos sistemas de admisión, en algunas se siguen procesos complejos que garantizan la selección de los mejores bachilleres y en otras los requisitos son muy simples.
En todo caso, también es responsabilidad de los directivos universitarios informar de manera continua y objetiva las características de los diversos programas, además de establecer buenos sistemas de seguimiento académico al estudiante universitario.
Finalmente, es importante resaltar que la orientación vocacional no es una actividad ocasional o de última hora, sino un proceso que involucra un seguimiento del estudiante durante varios años, lejos de centrarse solamente en calificaciones obtenidas en test vocacionales o exámenes psicotécnicos, aplicados pocos meses antes de enfrentar otros contextos académicos.• Con la colaboración de Carolina Cano. Periodista Unidad de Información Facultad de Medicina